Lo de Haití huele a mina de oro
Escrito por la redacción el Miércoles 21 de Julio del 2021.

Burkina Faso, en Africa, y Haití, en América Latina, se parecen en el color de la piel de sus gentes. En la miseria e incapacidad material inhumanas. Y también en el brillo de los lingotes de oro que amasan las multinacionales. Después de controlar con manipulaciones oscuras, éstas se apoderan del poder y del oro, en Burkina Faso y en Haití.

Ocurriría, entonces, que el asesinato del presidente haitiano Juvenal Moïse pasaría de ser un acontecimiento de numerosos detalles débiles, fútiles y confusos, a tener una raíz superior, a la que se llega desatando una madeja que pasaría del conflicto personal, a la lucha desordenada por conquistar el Poder para implantar o mantener resquicios de corrupción de toda índole: desde el sector civil, desde el gobierno, o desde el exterior, conectados con poderosos gobiernos y grandes empresas transnacionales.

¿Hay élites corruptas? Claro que hay élites corruptas en Haití como en todo lugar.

Burkina Faso es el cuarto productor de oro en Africa. Los beneficios de esa producción aurífera permanecen en manos de empresas extranjeras. Y también la riqueza del uranio. El oro atrae en todo el mundo a emporios canadienses y norteamericanos. También en Burkina Faso ha sido así.

El oro representa algo más del 5% del PIB burkinés. Y a pesar de ello, todavía es uno de los países más pobres de África (puesto 183, de 189, en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas 2018).

Haití es señalado como el país más pobre de América, pero por la pobreza material de la generalidad de sus gentes. Pero en Haití se respira, hoy, una verdadera fiebre del oro.

El funeral organizado por la viuda presidencial tendrá lugar a escasa distancia de donde están radicados los principales yacimientos del oro haitiano: estimados en más de 20 mil millones de dólares.

El vudú detrás de un crimen

Los principales detalles conocidos sobre el asesinato del presidente haitiano Juvenal Moïse dejan ver rastros de la identidad cultural de Haití.

En varios reportes se ha descrito la forma en que mataron a Moïse. A golpes mortales en distintas partes de su cuerpo. Y varios balazos certeros en lugares específicos: ambos lados del pecho a nivel de testillas, y en los ojos. ¿Para evitar comunicación visual con loas, espíritus del más allá del vudú? Toda la descripción de este crimen magnífico emana sangre. Como emana sangre el ritual religioso del vudú, sustento cultural haitiano. Estos son sólo detalles recogidos por los observadores, a distancia.

No se ha hablado de las inclinaciones religiosas o creencias de la que fuera primera dama haitiana, la viuda de Moïse.

La hoy viuda, quien testimonia que presenció el asesinato de su esposo, en distintas ocasiones ha emitido breves declaraciones en las que acentúa su espíritu religioso de definición anónima (el vudú es un sincretismo de cristianismo y rituales africanos): la viuda implora bendiciones para quienes la han asistido, de distintas maneras en el trayecto, desde aquella madrugada del 7 de julio, hasta los actuales momentos. Esta viuda, en realidad, ha recibido bendiciones de algún ser en el que ella cree, dada la rapidez con que se ha recuperado, desde las circunstancias de aquella madrugada que sólo ella tiene la responsabilidad de testimoniar. La dieron por muerta en todo el mundo. A la vista de todos la transportaron en un avión como una mortaja, sin que se sepa cómo llegó a ese avión al que la subieron en camilla hospitalaria.

Y antes de una semana estaba de vuelta a su país, caminando sobre sus propios pies y saludando con energía a gente que la acompañaban a poca distancia de espacio y tiempo, aquella madrugada fatal para Moïse.

La viuda es la única que conoce a ciencia cierta quién mató a Moïse. Pero no lo ha dicho al público. Como tampoco ha implorado los mejores deseos para la nueva dimensión de vida de Moïse. Sí, tras su retorno a Haití, la viuda se puso al frente de la organización de varios días de los funerales del difunto Moïse.

La viuda es política

La viuda ha encabezado los preparativos de los funerales de Moïse, mientras la nación de la que ha dicho aspira a ser senadora en la misma zona geográfica de los funerales. Bien lejos del lugar del asesinato de Moïse: la región Noreste haitiana. La viuda es política, como su difundo esposo lo fue.

Esta mujer ya dijo que va a reivindicar las ideas y los proyectos que dejó en carpeta el difundo presidente Moïse: organizar elecciones generales en el plazo de ley y montar un referendo al que había puesto fecha, pero que fue aplazado en tres ocasiones, para cambiar el régimen institucional haitiano.

La viuda de Moïse, ¿incluirá en su carpeta de trabajo como eventual senadora, o desde el puesto que la política le depare, someter a la legalidad a los empresarios de la energía, a los de la construcción, a las ONG dueñas del devenir haitiano después del terremoto del 2010?  ¿También a las mineras del oro?

Que esta viuda entierre, primero, los restos de su presidente y esposo. Y luego haga el resto

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