DEPORTES
Publicado: 10/05/2020
<p>Jorge Rodríguez (d) dirige a su hijo Jorge Alejandro en un entrenamiento de béisbol durante la cuarentena por el coronavirus en un terreno cerca de su casa en la tarde del 8 de mayo de 2020 en La Habana (Cuba). (EFE/ERNESTO MASTRASCUSA)</p>
<p>En La Habana las cosas son más o menos así por estos días de pandemia: sales a la calle en busca de algo específico, y no lo encuentras. Y si hay suerte, aparece a medias.</p>
<p>Es verdad que la capital cubana está casi paralizada por las restricciones en tiempos de pandemia, pero también que los sueños hacen que se pierda el miedo y más cuando vinculan a los cubanos con el béisbol.</p>
<p>Este deporte, símbolo de la identidad y el orgullo en la isla, se ha convertido en el pasaporte hacia el éxito y en la cura de las frustraciones de padres que no hicieron realidad el sueño de llegar a la selección, pero ven en alguno de sus hijos el potencial para ir mucho más allá, quizá hasta las Grandes Ligas.</p>
<p>Un recorrido por el estadio de béisbol Changa Mederos, una visita nostálgica al Latino Americano, el de mayor historia en el deporte en Cuba; y un paseo, ya sin esperanzas, por el coliseo Rafael Conte confirma el panorama desolador de coliseos sin público.</p>
<p>Estos tres escenarios, cajas de resonancia del bullicio de eufóricos aficionados, apagaron sus luces hasta nuevo aviso y permanecerán cerrados mientras dure la epidemia de coronavirus.</p>
<p>La poca y discreta acción hay que buscarla en las barriadas de La Habana, lejos de los ojos de las autoridades que velan para que nadie salga de casa más que a hacer trámites o compras.</p>
<p><img src="https://www.diariolibre.com/binrepository/546x352/0c1/546d350/none/10904/UERT/beisbol-foto-efe-01_13858150_20200510094958.jpg" /></p>
<p>El niño Jorge Alejandro Rodríguez usa una mascarilla en un entrenamiento de béisbol durante la cuarentena por el coronavirus en un terreno cerca de su casa en la tarde del 8 de mayo de 2020 en La Habana (Cuba). ( EFE/ERNESTO MASTRASCUSA)</p>
<p>No hay público, pero sí entusiastas hombres de mediana edad ejercitando el brazo y entrenando al relevo. Esta escena, protagonizada por Jorge Rodríguez y su hijo Jorge Alejandro tiene lugar en el municipio habanero de Diez de Octubre, pero se repite en otras calles, patios y descampados.</p>
<p>Sumando a estos entrenadores improvisados que desafían las restricciones por la pandemia, se podría formar un equipo simbólico: Los Padres, no de San Francisco, Los Padres de La Habana.</p>
<p>Jorge Rodríguez insiste en que entrena a su hijo seguro de que su técnica le garantizará permanecer en la selección municipal para después pasar al equipo provincial y desde este a una selección juvenil.</p>
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<p>Y con esfuerzo y dedicación quizá pueda llegar al equipo de Cuba, la aspiración de todo joven pelotero cubano. Desde ahí la gloria se ve más próxima.</p>
<p>Rodríguez soñó todo eso pero no tuvo el talento como pícher que a los 10 años parece acompañar al zurdo Jorge Alejandro.</p>
<p>Por lo pronto, el cese de los torneos, las llamadas al confinamiento y la incertidumbre sobre la vuelta a los campos de la pelota caliente, no parecen afectar los planes de los Rodríguez.</p>
<p>Basta tener un terreno muy cerca de casa para mantener la forma física practicando carreras y lanzamientos, y mejorando la técnica de bateo. EFE/Ernesto Mastrascusa</p>