Turno Libre

Perú: POR QUÉ LA VICTORIA DE PEDRO CASTILLO?

Por FREI BETTO* *Sociólogo, periodista y analista.

Publicado: 12/06/2021

Perú: POR QUÉ LA VICTORIA DE PEDRO CASTILLO?

<p>Per&uacute;: POR QU&Eacute; LA VICTORIA DE PEDRO CASTILLO?</p>

<p>Por FREI BETTO*</p>

<p>Al momento de escribir estas l&iacute;neas, Pedro Castillo es el presidente electo del Per&uacute;. Solo resta la demorada e inevitable declaraci&oacute;n oficial de parte del ONPE, la autoridad electoral competente. Pero a&uacute;n dejando en suspenso el veredicto de las urnas, de todos modos los acontecimientos producidos entre la primera vuelta electoral del 11 de abril y la celebraci&oacute;n del balotaje de este 6 de junio, arrojan ya un enorme c&uacute;mulo de lo que en honor al oficio del candidato Castillo llamaremos las &ldquo;lecciones&rdquo; de Per&uacute;, as&iacute; como todo un correlato de hip&oacute;tesis, indicios y anti-lecciones. Veamos algunas de ellas.</p>

<p>1. No hay generaci&oacute;n espont&aacute;nea en los procesos sociales y pol&iacute;ticos</p>

<p>A&uacute;n hoy, no del todo repuestos de la sorpresa, un c&uacute;mulo de observadores, dirigentes, analistas, periodistas y cientistas pol&iacute;ticos, insisten en realizar afirmaciones que, erradas hace dos meses, hoy demuestran poco m&aacute;s que pereza intelectual a la hora de estudiar lo que hasta ayer nos era desconocido. Algunas llegan a ser de este tenor: &ldquo;Castillo no representa un movimiento real de las masas que se hubiera desarrollado con antecedencia a estos comicios&rdquo;.</p>

<p>Muy por el contrario, y como desarrollamos con Gonzalo Arm&uacute;a en un art&iacute;culo extenso destinado a trazar la genealog&iacute;a de Castillo, Per&uacute; Libre y los movimientos y sectores sociales en que se asienta su ingreso a la arena electoral, y tambi&eacute;n en nuestra entrevista a Santos Saavedra, presidente de las Rondas Campesinas del Per&uacute;, esta historia viene de lejos. No es s&oacute;lo la casualidad, la vacancia electoral o la crisis de representaci&oacute;n producida por la err&aacute;tica sucesi&oacute;n de presidentes lo que explica su surgimiento y su &eacute;xito electoral. Detr&aacute;s de Castillo, en torno de de Castillo y mucho antes que Castillo, hay una serie de fen&oacute;menos organizativos que datan de las &uacute;ltimas d&eacute;cadas y a&ntilde;os: la organizaci&oacute;n radical del magisterio peruano y sus huelgas masivas, la consolidaci&oacute;n de las Rondas Campesinas en buena parte del territorio nacional -con epicentro en el norte del pa&iacute;s-, la completa reconfiguraci&oacute;n pol&iacute;tica y territorial del Per&uacute; tras la derrota de la guerrilla maoista de Sendero Luminoso, la ca&iacute;da de la autocracia de Alberto Fujimori, el impacto de la &ldquo;guerra contra las drogas&rdquo; de la DEA, etc. Esto, sin hablar de los fen&oacute;menos recientes espec&iacute;ficamente urbanos, como las masivas marchas juveniles contra la corrupci&oacute;n sucedidas desde julio del a&ntilde;o 2018, con epicentro en Lima y r&eacute;plicas en Cusco, Arequipa, Huaraz, Ayacucho y Trujillo, que costar&iacute;an su cargo a 15 altos funcionarios de Estado.</p>

<p>Pero lo que es falso en t&eacute;rminos de movimiento social, tambi&eacute;n lo es en t&eacute;rminos estrictamente electorales: nuevos partidos pol&iacute;ticos, nuevos liderazgos regionales y luchas regionales antimineras han decantado en la conquista popular de gobernaciones como la de Walter Aduviri Calisaya en Puno o la de Vladimir Cerr&oacute;n, el neurocirujano fundador de Per&uacute; Libre que gan&oacute; la gobernaci&oacute;n de Jun&iacute;n en dos oportunidades, siendo luego suspendido de su cargo.</p>

<p>2. El eterno retorno de los viejos (nuevos) programas</p>

<p>Quien haya seguido de cerca los dos debates electorales celebrados entre los contendores, el primero en la localidad cajamarquina de Chota (televisado, de forma in&eacute;dita, para todo el p&uacute;blico nacional, evidenciando la existencia de un otro Per&uacute;), y el segundo, organizado por el Jurado Nacional de Elecciones con pompa y circunstancia en Arequipa, se habr&aacute; percatado de que el posicionamiento de Castillo, a&uacute;n en medio de una feroz campa&ntilde;a macartista, no se dej&oacute; nada en el tintero. Castillo no suaviz&oacute; consigna alguna ni maquill&oacute; su programa, como parecen demandar los manuales t&aacute;citos de las candidaturas cada vez m&aacute;s descafeinadas, centristas, tecnocr&aacute;ticas y liberalizadas que proliferan en la regi&oacute;n. Aunque con diferencias de tono, y visiblemente m&aacute;s c&oacute;modo oficiando de anfitri&oacute;n, Castillo habl&oacute; de refer&eacute;ndum constituyente; denost&oacute; frente a su rival las esterilizaciones forzosas bajo la dictadura de Alberto Fujimori; puso sobre el tapete la necesidad de una (segunda) reforma agraria que a la vez complete y rectifique la de Velasco Alvarado; propuso pol&iacute;ticas econ&oacute;micas de industrializaci&oacute;n soberana; habl&oacute; de la necesidad de poner coto a las corporaciones y de la necesaria reapropiaci&oacute;n de la renta minera y agraria; manifest&oacute; el inicio de una coordinaci&oacute;n geopol&iacute;tica con Rusia y otras naciones para la obtenci&oacute;n de vacunas; y se refiri&oacute; en extenso a la lucha anticorrupci&oacute;n -quiz&aacute;s una de las principales demandas populares del Per&uacute;, pero no para cazar corruptos de poca monta ni hacerle el caldo gordo al lawfare, sino a trav&eacute;s de una cruzada &quot;que comience por arriba&quot;.</p>

<p>Un programa, en suma, nacionalista radical, industrialista, soberanista y popular, entroncado en la propia historia del Per&uacute;, cuya &uacute;ltima referencia de bienestar y &ldquo;progreso&rdquo; para la inmensa mayor&iacute;a de la poblaci&oacute;n fue el gobierno militar nacionalista de Velasco Alvarado entre los a&ntilde;os 1968 y 1975, cuya gesta fuera tan bien retratada por el reciente documental &ldquo;La revoluci&oacute;n y la tierra&rdquo; -altamente recomendable-. Vale remitirse al &ldquo;Ideario y programa&rdquo; elaborado por el ide&oacute;logo Vladimir Cerr&oacute;n, firmado en Huancayo en el a&ntilde;o 2020. Una primera mirada puede dar la impresi&oacute;n de un programa cl&aacute;sico, tradicional, &ldquo;duro&rdquo;, plet&oacute;rico de definiciones ideol&oacute;gicas como el marxismo, el leninismo y el mariateguismo, con apelaciones recurrentes a la &ldquo;dictadura del mercado&rdquo;, la &ldquo;lucha de clases&rdquo;, la &ldquo;neocolonia&rdquo; o la &ldquo;industrializaci&oacute;n&rdquo;.</p>

<p>Pero una lectura atenta nos mostrar&aacute; un programa enormemente actual y &ldquo;moderno&rdquo;, bien informado y atento de las m&aacute;s recientes experiencias gubernamentales latinoamericanas. Programa que tiene, por ejemplo, importantes desarrollos en torno a la protecci&oacute;n ambiental y la ecolog&iacute;a pol&iacute;tica, los derechos sociales y reproductivos de la mujer, y la constituci&oacute;n de un Estado Plurinacional, tomando como referencia expl&iacute;cita en esta materia a los avances constitucionales de Ecuador y Bolivia. Consideremos que Per&uacute;, pese a no contar con un fuerte movimiento &ldquo;ind&iacute;gena&rdquo; comparable al de estos pa&iacute;ses, no alberga una menor diversidad, como lo atestiguan las 4 lenguas ind&iacute;genas habladas en la zona andina y las otras 43 en su regi&oacute;n amaz&oacute;nica.</p>

<p>Quiz&aacute;s haya quien, abrumado por la campa&ntilde;a que busc&oacute; instalar la lucha entre dos presuntos conservadurismos -los que en teor&iacute;a representar&iacute;an Fujimori y Castillo- se sorprenda al saber que el programa de Per&uacute; Libre aboga, entre otras cosas, por la despenalizaci&oacute;n del aborto, por el combate frontal a la trata, por la despatriarcalizaci&oacute;n de la sociedad y el estado, por la promoci&oacute;n y el respeto de los derechos reproductivos de la mujer peruana, por la desnaturalizaci&oacute;n del &aacute;mbito dom&eacute;stico como &ldquo;natural&rdquo; o consustancial a la condici&oacute;n femenina, y por la promoci&oacute;n de la organizaci&oacute;n pol&iacute;tica de la mujer en todos sus niveles. Quien busque all&iacute; un culto a la identidad, pol&iacute;ticas multiculturales de corte norteamericano, ancestralismo oenegeista o pol&iacute;ticas de la diferencia, no va a encontrarlo: ni en el programa, ni en el partido, ni en el magisterio, ni en las Rondas Campesinas ni en sus bases sociales organizadas.</p>

<p>Pero resulta problem&aacute;tico, cuando no peligroso, comparar este programa -con m&aacute;s aciertos que yerros si consideramos su &eacute;xito electoral- con el del clan Fujimori, quienes ocultan a&uacute;n la pol&iacute;tica eugen&eacute;sica llevada adelante por su gobierno, el que seg&uacute;n la investigaci&oacute;n desarrollada entre 1996 y el a&ntilde;o 2000 por una comisi&oacute;n del Congreso, habr&iacute;a impuesto la &ldquo;anticoncepci&oacute;n quir&uacute;rgica&rdquo; a trav&eacute;s del Programa de Anticonceptivos Quir&uacute;rgicos Voluntarios (LCA), esterilizando de forma forzosa a 314.605 mujeres, la mayor&iacute;a de ellas campesinas e ind&iacute;genas.</p>

<p>En una nota de opini&oacute;n reciente, escrita desde su breve escala en Lima tras ser deportado por el Estado colombiano, Juan Grabois adelantaba una consideraci&oacute;n importante sobre la naturaleza de la fuerza social y pol&iacute;tica de Castillo y de los sectores progresistas representados por Ver&oacute;nika Mendoza y Juntos por el Per&uacute;: &ldquo;Esta alianza presenta m&uacute;ltiples puntos de tensi&oacute;n pero tambi&eacute;n m&uacute;ltiples potencialidades porque, por primera vez, la alianza progre-popular la conducen los pobres.&rdquo; Potencialidad que refiere no s&oacute;lo a la capacidad de construir un programa de gobierno capaz de apalancar importantes transformaciones sociales en el Per&uacute; del bicentenario, sino tambi&eacute;n de aportar a la sutura entre una historia de fuerzas regionales/rurales/populares sin pregnancia en la decisiva capital, o de izquierdas y progresismos lime&ntilde;os vueltos de espaldas al Per&uacute; profundo y popular.</p>

<p>Adem&aacute;s, esta alianza y su vector principal, son relevantes tambi&eacute;n si consideramos que en el 2020 UNICEF estimaba para este a&ntilde;o una pobreza del 30 por ciento en la poblaci&oacute;n general, y del casi 40 para la ni&ntilde;ez y adolescencia, en un pa&iacute;s con un 75 por ciento de informalidad y precarizaci&oacute;n laboral. Esto, sumado a la conocida riqueza h&iacute;drica, minera, pesquera e hidrocarbur&iacute;fera del Per&uacute;, explica el poder de convocatoria de una consigna en apariencia tan simple: &ldquo;no m&aacute;s pobres en un pa&iacute;s rico&rdquo;. Las virtudes y errores de Castillo deben medirse entonces en funci&oacute;n de su propia base social. &ldquo;Artificios no&rdquo; sol&iacute;a decir el amauta Jos&eacute; Carlos Mari&aacute;tegui, sepultado ayer en el Per&uacute; en las librer&iacute;as izquierdistas y sus mesas de saldos, pero insospechadamente vigente y vivo en estos nuevos vuelcos de la historia.</p>

<p>3. La pol&iacute;tica de a caballo: nuevos outsider y viejos caudillos</p>

<p>Llegado cierto punto del ascenso del llamado &ldquo;ciclo progresista y de izquierda en Am&eacute;rica Latina y el Caribe&rdquo;, el continente vivi&oacute; una suerte de estabilizaci&oacute;n: conservadora en su eje andino, en los pa&iacute;ses de la tambaleante Alianza del Pac&iacute;fico, y progresista o de izquierda (en una amplia gama de tonalidades) en numerosos pa&iacute;ses de Sudam&eacute;rica, Mesoam&eacute;rica y el Caribe. Sus ejemplos paradigm&aacute;ticos: el &ldquo;oasis&rdquo; chileno de un lado -no exento de procesos de movilizaci&oacute;n como las sucesivas rebeliones estudiantiles y las luchas mapuches en el wallmapu-, y la estabilidad macroecon&oacute;mica y pol&iacute;tica de Bolivia en el otro lado del espectro pol&iacute;tico.</p>

<p>Dicha estabilidad hace tiempo que salt&oacute; por los aires: primero en las naciones que hab&iacute;a sido protagonistas de importantes transformaciones sociales, por obra y gracia de sus propios yerros y vacilaciones, pero ante todo por la contraofensiva del imperialismo norteamericano y las derechas vern&aacute;culas, lo que deriv&oacute; en triunfos conservadores en elecciones condicionadas por el lawfare o en golpes de Estado de blandos a duros, de militares a parlamentarios.</p>

<p>Lo que reina hoy es, m&aacute;s bien, la inestabilidad, transversal a todo el arco pol&iacute;tico, ante la creciente dificultad de gobernar sociedades neoliberales (porque eso son, sin importar cual sea el car&aacute;cter de sus gobiernos) cada vez m&aacute;s violentas, desiguales, excluyentes y polarizadas, m&aacute;xime si a las contradicciones precedentes sumamos el demoledor impacto de la pandemia, que implic&oacute; un retroceso global y simult&aacute;neo en casi todo los indicadores sociales (pobreza, desempleo, precariedad, informalidad, desigualdad, violencia, hambre, compulsi&oacute;n migratoria, etc).</p>

<p>Junto con sus fundamentos materiales, lo que ha saltado por los aires es la institucionalidad dominante, tanto la de las &eacute;lites conservadoras, como la de las &ldquo;&eacute;lites&rdquo; progresistas (se trata, claro, de una provocaci&oacute;n). Esto, sumado a la propia radicalizaci&oacute;n end&oacute;gena de las derechas latinoamericanas, ha generado una serie de procesos de-constitituyentes (que, formal o t&aacute;citamente buscan hacer tabula rasa con las conquistas del constitucionalismo de principios de siglo), as&iacute; como la emergencia de nuevos liderazgos autoritarios (el resonar, de nuevo, de lo que Leopoldo Lugones supo llamar &ldquo;la hora de la espada&rdquo;) y el colapso o completo descr&eacute;dito de instituciones como las judiciales o parlamentarias en varias de nuestras naciones. Algo conecta a figuras tan dis&iacute;miles como las de Jair Bolsonaro en Brasil, Yaku P&eacute;rez en Ecuador, Pedro Castillo en Per&uacute;, Luis Fernando Camacho en Bolivia o los &ldquo;independientes&rdquo; en Chile: no se trata, evidentemente, de sus ideas, sus programas o los sujetos que representan, pero s&iacute; de su capacidad por interpretar y capitalizar el desgaste de sus respectivos sistemas pol&iacute;ticos, y de ganar legitimidad como outsiders llamados a patear el tablero pol&iacute;tico.</p>

<p>La utilizaci&oacute;n, por ejemplo, de los Congresos como armas de guerra contra los ejecutivos nacionales, promoviendo destituciones y mociones de censura, han producido efectos muy dispares: desde despejar el camino para el gobierno de lo que hasta ese momento era apenas una figura pintoresca del bestiario conservador local en el pa&iacute;s m&aacute;s extenso del continente (Bolsonaro), hasta abrir el camino para la irrupci&oacute;n de un maestro rural, ex rondero y sindicalista del interior del Per&uacute; (Castillo). Para orientarse en las aguas turbulentas de la pol&iacute;tica latinoamericana, parece importante convenir en el car&aacute;cter de la crisis en curso, la cual no es s&oacute;lo econ&oacute;mica sino tambi&eacute;n pol&iacute;tica e institucional.</p>

<p>Quiz&aacute;s una de las im&aacute;genes m&aacute;s notorias del proceso electoral haya sido la de Castillo, este maestro rural que suele llevar sombrero y chicote, yendo a votar en una yegua encabritada. Y es que tal vez lo m&aacute;s singular de este outsider del siglo XXI es cu&aacute;nto se parece a los caudillos del siglo XIX, lo cual nos lleva a preguntarnos cu&aacute;nto se parece a s&iacute; misma la sociedad peruana, o c&oacute;mo ha evolucionado de forma tan dispar una sociedad no solo surcada por el clivaje clasista y por el clivaje territorial Ande-Costa-Amazon&iacute;a, sino tambi&eacute;n por el r&eacute;gimen m&aacute;s violentamente centralista que jam&aacute;s ciudad-puerto alguna haya impuesto a su territorio circundante. Si a eso sumamos una larga historia de secular racismo, gamonalismo, servidumbre y pongueaje, podremos comprender cu&aacute;ntos Per&uacute;s coexisten en el Per&uacute;.</p>

<p>Lo que explica a su vez el otro desconcierto recurrente de analistas externos al pa&iacute;s (tanto los que viven fuera del pa&iacute;s como algunos lime&ntilde;os, igualmente &ldquo;externos&rdquo;): el fracaso rotundo de todos los manuales consagrados del marketing y la comunicaci&oacute;n pol&iacute;tica. Pod&iacute;a parecer evidente, pero no lo fue para todos, que el hecho de que fuera de Lima Metropolitana la conectividad a internet no llegar&aacute; al 40 por ciento (y en algunas regiones en donde Castillo se impuso con holgura a mucho menos), dar&iacute;an otra centralidad y contundencia a viejas estrategias como las campa&ntilde;as de a pie o de a caballo, los m&iacute;tines en las plazas de los pueblos, el uso de radios campesinas y populares, o el a&uacute;n m&aacute;s antiguo boca-a-boca. Incluso, en el campo espec&iacute;fico de las redes sociales, el eterno Twitter y los pujantes Tik Tok e Instragram, sucumbieron frente al regreso de un Facebook redivivo, que en muchos pa&iacute;ses de nuestro continente no ha perdido su centralidad ni un &aacute;pice.</p>

<p>4. El regreso de las masas: la democracia con apellidos</p>

<p>Sin duda, uno de los elementos m&aacute;s virtuosos de la llamada &ldquo;primavera latinoamericana&rdquo; fue la combinaci&oacute;n de m&uacute;ltiples formas democr&aacute;ticas: liberales y procedimentales, si, pero tambi&eacute;n protag&oacute;nicas y movilizacionales. El pueblo como ciudadan&iacute;a y como masa. La urna y la calle: la urna para refrendar las calles, y las calles para proteger las urnas. En palabras de su m&aacute;s consecuente promotor, Hugo Ch&aacute;vez Fr&iacute;as: &ldquo;No es lo mismo hablar de revoluci&oacute;n democr&aacute;tica que de democracia revolucionaria. El primer concepto tiene un freno conservador; el segundo es liberador&rdquo;.</p>

<p>Ahora bien, este aspecto fue uno de los primeros en estancarse e incluso retroceder: en algunos pa&iacute;ses el movimiento popular entr&oacute; en un estado de letargo (como en Bolivia, uno de los hechos que seg&uacute;n los propios dirigentes del MAS contribuy&oacute; a la eficacia del golpe), en algunos de produjo una mutaci&oacute;n estructural de los sujetos protag&oacute;nicos del ciclo precedente (como en el caso del movimiento piquetero argentino), mientras en otros estos parecen haberse desestructurado profundamente (como en Ecuador). Las &uacute;ltimas conquistas electorales, las del Frente de Todos en la Argentina y la del MORENA en M&eacute;xico (no as&iacute; en Bolivia, dado el protagonismo de los movimientos obreros y campesino-ind&iacute;genas en la recuperaci&oacute;n democr&aacute;tica), no se dieron, claramente, bajo &ldquo;el signo de las masas&rdquo; ni tras el impulso de grandes rebeliones sociales</p>

<p>Pero el caso de Castillo en el Per&uacute;, entra&ntilde;a, como en el estallido social chileno y su canalizaci&oacute;n constituyente, y en el portentoso paro nacional en Colombia frente a la crisis terminal del uribismo, el potencial regreso de las masas al centro de la escena pol&iacute;tica. No es casual que un proceso de movilizaci&oacute;n permanente haya acompa&ntilde;ado estos d&iacute;as de vigilia ante el lento recuento electoral. Tampoco el que los Ronderos hayan movilizado a varios miles de personas, y amenazado con poner en acci&oacute;n a una base social estimada en unos 2 millones y medio de peruanos y peruanas. Tampoco la acci&oacute;n atenta, diligente y protag&oacute;nica del magisterio en las mesas de votaci&oacute;n m&aacute;s apartadas del pa&iacute;s. Ni tampoco la presencia en la calle de una juventud urbana que ya estaba en ella, de forma intermitente, desde mediados del a&ntilde;o 2018. Claro que en t&eacute;rminos relativos, el movimiento social peruano es d&eacute;bil en comparaci&oacute;n con el de sus pa&iacute;ses vecinos: sin embargo, es claro que est&aacute; en marcha un proceso de repolitizaci&oacute;n creciente, sobre todo en las zonas rurales y en las nuevas generaciones de j&oacute;venes.</p>

<p>Movilizar lo organizado, organizar lo desmovilizado, y tender puentes firmes que logren suturar la fractura entre el mundo rural y urbano y entre la izquierda popular y las clases progresistas urbanas, ser&aacute; fundamental en el tiempo por venir. De lo contrario, el ejercicio de una democracia meramente procedimental pronto se ver&aacute; desbaratado por los poderes f&aacute;cticos que concentran en torno de as&iacute; al poder medi&aacute;tico (visible fue su actuaci&oacute;n en la llamada &ldquo;campa&ntilde;a del miedo&rdquo;, al poder econ&oacute;mico (cuyas maniobras de terrorismo financiero como la ca&iacute;da de los valores de la bolsa y le devaluaci&oacute;n del sol peruano reci&eacute;n comienzan) y al poder parlamentario (con la unidad de las bancadas conservadoras en un congreso fragmentado en donde Per&uacute; Libre ser&aacute; apenas la primera minor&iacute;a).</p>

<p>Por estas horas, el establishment peruano se debate entre al menos tres estrategias. En primer lugar el golpismo sin atenuantes, lo que explica el &ldquo;ruido de sables&rdquo; que se escuch&oacute; en las &uacute;ltimas horas y llev&oacute; al Ministerio de Defensa a reiterar lo que deber&iacute;a ser obvio: el car&aacute;cter no deliberante de las Fuerzas Armadas y su no derecho a la intromisi&oacute;n en los resultados electorales. En segundo lugar, la guerra de asedio y desgaste, con la acci&oacute;n concertada de las corporaciones medi&aacute;tica, judicial y parlamentaria, que buscar&aacute;n imponer al presidente electo una nueva moci&oacute;n de censura en continuidad con los &uacute;ltimos a&ntilde;os de intrigas palaciegas. Y en tercer lugar, y no menos probable, la estrategia de &ldquo;canibalizaci&oacute;n&rdquo; de Castillo y Per&uacute; Libre, por la cual candidatos que llegaron al poder con programas populares como los de Alejandro Toledo y Ollanta Humala, acabaron siendo cooptados por las &eacute;lites gobernantes. Frente a todas estas estrategias, ser&aacute; fundamental el ejercicio de una democracia &ldquo;con apellidos&rdquo;, popular, protag&oacute;nica, organizada y con pueblo en la calle, tal como la que viene ense&ntilde;ando en su campa&ntilde;a este maestro de a caballo.</p>

<p>*Soci&oacute;logo, periodista y analista.</p>

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