El apodo cuenta la historia del hombre. Big Papi. Muy grande, pero cálido y tierno. Potente y adorable. Gigantesco. Genial. Sin embargo, David Ortiz adquirió el apelativo de una manera mucho más práctica que grandiosa. "Soy terrible con los nombres",
Publicado: 14/08/2014
<p>El apodo cuenta la historia del hombre. Big Papi. Muy grande, pero cálido y tierno. Potente y adorable. Gigantesco. Genial. Sin embargo, David Ortiz adquirió el apelativo de una manera mucho más práctica que grandiosa. “Soy terrible con los nombres”, dice el mayor responsable de poner fin a décadas de fracasos de los Medias Rojas de Boston, y quien los ayudó a ganar tres campeonatos de la Serie Mundial. “Yo solía llamar a todos ‘Papi’, y la gente entonces me decía, ‘OK, Papi, te vamos a devolver el Papi’”. Soy grande de tamaño, y desde entonces siempre me llamaron ‘Big Papi’”.</p>
<p>El nombre se convirtió en algo especial gracias a los campeonatos de los Medias Rojas en de 2004, 2007 y 2013 El primer título puso fin a una sequía de campeonatos de 86 años para la Nación Medias Rojas. Y para el último, Ortiz había jugado de manera tan magnífica que, cuando los Medias Rojas visitaron la Casa Blanca para ser honrado por el presidente, Ortiz fue el jugador seleccionado para entregarle una camiseta de los Medias Rojas a Barack Obama. Fue entonces cuando el adorable Big Papi apareció.</p>
<p>Ortiz, ataviado con un traje elegante y con gafas de sol, en el Jardín Sur de la Casa Blanca, se iluminó cuando Obama dijo, “Vamos a sacar una buena foto aquí, vamos”. Ortiz respondió: “¿Le importa si tomo la mía?”</p>
<p>Lo que ocurrió fue el “selfie” que se vio en todo el mundo ?”el selfie de Big Papi”?, como Obama lo llamó. Ambos sonrieron cuando parte del público aplaudió. Aunque Ortiz fue acusado de tomar el “selfie” como una táctica de publicidad para uno de sus patrocinadores, él lo niega tajantemente. En cambio, dice que lo hizo por la misma razón por la que hace todo: para divertirse.</p>
<p>“Todo iba sin problemas cuando estaba con el Presidente, ¿y a quién no le gustaría tomarse un selfie con el presidente?”, dice Ortiz. “Le pregunté si estaba bien. Y entonces, de repente, ves a la gente voltear las cosas. Yo me sentía, bueno, lo que fuera. Lo bueno es que yo soy el único [jugador de béisbol] que tiene selfies con el presidente Obama”.</p>
<p>Que Ortiz pudiera incluso llegar cerca de un presidente es otro de los milagros que los deportes pueden proporcionar. Ortiz creció en Santo Domingo, República Dominicana, en circunstancias muy modestas y humildes. Su padre, Enrique, lanzó en la liga de República Dominicana, pero no siguió una carrera como profesional del béisbol porque a ese nivel no pagaban lo suficiente para que él pudiera mantener a su familia.</p>
<p>Enrique Ortiz vendía piezas de automóviles para ganarse la vida, y David recuerda a su padre pasando las noches viajando por el país para hacer negocios suficientes para poner comida en la mesa. La madre de David, Ángela, ya fallecida, trabajó como secretaria en el Ministerio de Agricultura y ganaba dinero extra mediante la compra y reventa de ropa.</p>
<p>Por falta del equipo que necesitaba, Ortiz tomaba las cabezas de las muñecas de su hermana para utilizarlas como pelotas de béisbol. Hacía lo mismo con los calcetines del cajón de su padre. Recuerda que bateaba las tapas de las botellas con un palo de escoba.</p>
<p>República Dominicana envía muchos jugadores a las ligas mayores. Ortiz se convirtió en uno de esos jugadores en 1992, cuando tenía 17 años y fue seleccionado por los Marineros de Seattle. Descubrió rápidamente, sin embargo, que las tapas de las botellas era infinitamente más fácil de batear que una curva, y se esforzó. Pasaron casi cinco años en el sistema de ligas menores de Seattle antes de que él pudiera llegar a las Grandes Ligas, y ya entonces lo habían cambiado a los Mellizos de Minnesota.</p>
<p>En cinco temporadas completas con los Mellizos llegó al máximo en su mejor temporada, que resultó en 20 jonrones y 75 carreras impulsadas, totales nada prodigiosos. Los Mellizos decidieron que no firmarían un compromiso financiero mayor con Ortiz, y lo dejaron en libertad el 16 de diciembre de 2002 “Me dolió”, recuerda Ortiz. “No voy a mentirte: nunca me habían dejado fuera antes. Yo, de verdad, no sabía cómo lidiar con eso en ese momento. Pensé que era lo peor que me había pasado”.</p>
<p>Ortiz no atrajo mucha atención en el mercado de agentes libres, y pasó un mes antes de que los Medias Rojas lo firmaran mediante un contrato por US$1.25 millones para la temporada de 2003, un contrato que resultó ser una ganga, a pesar de que obviamente ellos no lo sabían. Ni siquiera tenían a Ortiz registrado como un jugador para todos los días, pero en junio, un negocio y una lesión le abrieron un espacio regular a Ortiz, y surgió como una estrella del bateo.</p>
<p>Un año más tarde, se convirtió no sólo en una sensación del Boston, sino también en uno de los mejores jugadores de las grandes ligas. Después de ser elegido para el equipo Todos Estrellas por primera vez, Ortiz lideró a los Medias Rojas hacia los <em>playoffs</em> y estaba decidido a retar la historia. A principios del siglo XX, los Medias Rojas eran la franquicia número uno del béisbol. En siete temporadas, entre 1912 y 1918, ganaron cuatro títulos de Serie Mundial. Uno de sus principales actores en esa racha era Babe Ruth, un hombre de un talento increíble.</p>