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Yo no soy el enemigo

El señor Julio Díaz Campusano escribe un tanto aterido, su pensamiento parece entumec

Publicado: 15/01/2023

Yo no soy el enemigo

<p>El se&ntilde;or<a href="https://www.reporteextra.com/opinion/no-a-alexis-joaquin-y-a-ramfis-trujillo-la-izquierda-y-fuerzas-progresistas-debemos-respetarnos/"><strong>&nbsp;Julio D&iacute;az Campusano</strong></a>&nbsp;escribe un tanto aterido, su pensamiento parece entumecido por el tormento del mito de la mano peluda, gigante, excesivamente velluda, con u&ntilde;as largas y afiladas. Es una leyenda infantil que sigue agitando el despertar de Campusano.</p>

<p>&Eacute;l todav&iacute;a siente temor al levantarse tarde en la noche para ir al ba&ntilde;o porque cree que algo de forma espectral y horripilante, sin cuerpo ni extremidades, lo vigila debajo de la cama.</p>

<p>Esa f&aacute;bula, como otras que agobian y se agolpan en las hendiduras mentales del ser, desafortunadamente ha distorsionado el buen juicio del se&ntilde;or Campusano. Son resquicios impulsivos, paralizantes, que le impiden escaparse del influjo de una prosa atrapada en la cotidianidad de los a&ntilde;os setenta.</p>

<p>&Eacute;l vive, y lo censuro, petrificado, como en el verso de arte mayor de Rub&eacute;n Dar&iacute;o: &ldquo;Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, y no hallo sino la palabra que huye&rdquo;. Vive anclado, muy cerca del puerto de los a&ntilde;os heroicos de lucha contra la rancia oligarqu&iacute;a y Balaguer, y en perpetuo aciago con las nefastas ideas de que los factores hereditarios, en la formaci&oacute;n de gametos, alelos, dicen los que utilizan los llamados Tableros Punnet, se transmiten, no solo en lo tisular y biol&oacute;gico celular, sino absurdamente tambi&eacute;n, en la mala conducta del padre.</p>

<p>Ignora el articulista Campusano, no s&eacute; si adrede o si escribe al dictado de intereses ocultos, que la construcci&oacute;n de la personalidad, el car&aacute;cter y el intelecto, es de puro aprendizaje social, no hereditario. Ojal&aacute; pueda &eacute;ste leer a Hans Jurgen Eysenck.</p>

<p>Para Campusano el delito es hereditario tanto que en su escrito evoca, sin saberlo, el atavismo positivista de Cesare Lombroso; el ni&ntilde;o nace ladr&oacute;n o estafador, la ni&ntilde;a nace delincuente o lud&oacute;pata. Cierto que es una miop&iacute;a garrafal, pero c&oacute;mo contrarrestar ese desfasamiento irreparable, c&oacute;mo hacerle entender que no existe un gen delincuente, que no se nace marrullero, y que el ser social prevalece sobre la conciencia o acaso debo callar o alzar la voz para desenmascarar esas falacias y combatir perniciosos mitos que se anidan alrededor de mis innegables v&iacute;nculos gen&eacute;ticos con Joaqu&iacute;n Balaguer.</p>

<p>Extra&ntilde;amente, Campusano no combate mis ideas, ni desaf&iacute;a el ingenio y la imaginaci&oacute;n del concepto que,&nbsp; filos&oacute;ficamente tengo de una sociedad liberada de las falencias culturales, econ&oacute;micas y monop&oacute;licas en la que tradicionalmente se sustenta la corriente de la derecha. Prefiere ignorar mi posici&oacute;n contra la oligarqu&iacute;a criolla depredadora, mi postura anti neoliberal, antiimperialista, de libre autodeterminaci&oacute;n, y le aterra, como en el mito de la mano peluda, saber mi criterio frente al individualismo-colectivismo; credo-laicismo; lo p&uacute;blico y lo privado; igualdad versus privilegio, y m&aacute;s a&uacute;n mi postura frente al grafico multiaxial que doctrinariamente muestra el espectro pol&iacute;tico internacional.</p>

<p>Elige, no el debate pol&iacute;tico o acad&eacute;mico, sino la vocingler&iacute;a de imputar denuestos que no guardan relaci&oacute;n con mi persona. Verbigracia mis lazos, desde hace mas de trece a&ntilde;os, con la formaci&oacute;n pol&iacute;tica progresista Alianza Nueva Rep&uacute;blica, cuyo logo es un &aacute;guila, la cual no se constituy&oacute; para negociar intereses espurios ni para ondear la bandera del deshonor.</p>

<p>Me se&ntilde;ala despectivamente con el adjetivo de infiltrado o como un logrero que, ante las posibilidades de una alianza progresista y de izquierda, quiere montarse en la ola de los fen&oacute;menos sociales que gimen en toda Am&eacute;rica con aires de reivindicaci&oacute;n, y como colof&oacute;n intenta risiblemente endilgarme el aura de todo lo que Balaguer hizo o no hizo.</p>

<p>Se desvive en su escrito por hacerme due&ntilde;o de su comportamiento p&uacute;blico, su gesti&oacute;n presidencial y hasta de su rostro y figura, como si esos atributos no fueran de la exclusiva pertenencia de Balaguer, y con ellos habr&aacute; de presentarse solo, alg&uacute;n d&iacute;a, ante el juicio sereno e imp&aacute;vido de la historia.</p>

<p>Pero aun as&iacute; prefiere maliciosamente ignorar, parece ser este su verbo preferido, mis convicciones con el cambio de rumbo social, con el sujeto social, con los m&aacute;s necesitados, con la justicia y, sobre todo, algo que no se puede ocultar: mis manos limpias de peculado y de sangre.</p>

<p>El enemigo, querido Campusano, es el otro, aquel que maniobra para que el pueblo progresista y de izquierda no se consolide alrededor de una plataforma electoral program&aacute;tica. El enemigo es aquel que hist&oacute;ricamente sojuzga al pobre y se reparte abusivamente la riqueza del pueblo. Yo no soy el enemigo.</p>

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