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Caamaño disparó hasta la última bala

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Publicado: 17/02/2023

Caamaño disparó hasta la última bala

<p>En las primeras horas de la tarde del 16 de febrero, el rumor se hab&iacute;a esparcido por todo el pa&iacute;s, causando una sensaci&oacute;n generalizada de pena, creando una especie de toque de queda en las ciudades e incesantes llamadas a las redacciones de los peri&oacute;dicos y radioemisoras: Caama&ntilde;o ha muerto.</p>

<p>Las Fuerzas Armadas emitieron un comunicado informando que Caama&ntilde;o, de 41 a&ntilde;os y otros dos guerrilleros, Heberto Lalane Jos&eacute; (de 27 a&ntilde;os) y Wellington Ascanio Peterson Pieterzs (que luego el error fue corregido y en su lugar divulgado el de Alfredo P&eacute;rez Vargas, de 26 a&ntilde;os) hab&iacute;an ca&iacute;do en la secci&oacute;n Nizao, de San Jos&eacute; de Ocoa, en un combate con los soldados que se produjo a las 3:30 de la tarde. Cuatro miembros del Ej&eacute;rcito, seg&uacute;n el comunicado, resultaron heridos. Eran estos el primer teniente Francisco Israel V&aacute;squez Cuevas y los rasos Ram&oacute;n Lora C&eacute;spedes, Crist&oacute;bal F&eacute;lix y Juan Eligio Lantigua Guzm&aacute;n, adscritos al Batall&oacute;n Juan Pablo Duarte de la Primera Brigada.</p>

<p><strong>El comunicado a&ntilde;adi&oacute; que las Fuerzas Armadas &ldquo;contin&uacute;an muy de cerca la persecuci&oacute;n de los restantes miembros del grupo querrillero&rdquo;.</strong></p>

<p>Dos d&iacute;as despu&eacute;s que se difundiera la noticia oficialmente, un todav&iacute;a apesadumbrado Bosch llegaba a su nuevo escondite: el apartamento de un rico empresario soltero, ligado al ramo de los seguros, en la calle 22, del ensanche Serrall&eacute;s. Esa noche lo acompa&ntilde;aba su guardaespaldas Ram&oacute;n Lantigua, ya que los restantes miembros de la seguridad personal, L&oacute;pez Mora y el ex-sargento Cuevas Medrano, estaban de descanso.</p>

<p>En una conversaci&oacute;n franca con su nuevo anfitri&oacute;n, Bosch le dijo que Caama&ntilde;o era el &uacute;nico dominicano que en esos momentos reun&iacute;a dos condiciones excepcionales al mismo tiempo: la de l&iacute;der militar y l&iacute;der pol&iacute;tico, y bastante impresionado por su muerte, se llev&oacute; las dos manos al rostro y con l&aacute;grimas en los ojos se lamentaba:</p>

<p>&ldquo;Caama&ntilde;o no ten&iacute;a derecho a dejarse matar; no ten&iacute;a derecho a dejarse matar&hellip;&rdquo;</p>

<p><strong>Las im&aacute;genes de Caama&ntilde;o muerto</strong></p>

<p>La prensa divulg&oacute; dos d&iacute;as despu&eacute;s del d&iacute;a 16, fecha en que se anunci&oacute; la muerte de Caama&ntilde;o y sus dos compa&ntilde;eros, las primeras fotograf&iacute;as de los cad&aacute;veres. Para tales fines se acord&oacute; en una reuni&oacute;n en el Palacio Nacional con los diferentes medios de comunicaci&oacute;n que solamente ir&iacute;an tres representantes al lugar de los combates: el periodista Jos&eacute; Goudy Pratt, de El Caribe, con el encargo de que su nota fuese publicada por todos los diarios simult&aacute;neamente; Antonio Garc&iacute;a Valoy, reportero gr&aacute;fico del List&iacute;n Diario, que distribuir&iacute;a las gr&aacute;ficas a los dem&aacute;s medios y por Eladio Guzm&aacute;n (G&uuml;ico) un camar&oacute;grafo de la Columbia Broadcasting System (CBS).</p>

<p>Los cad&aacute;veres estaban a un lado de la carretera entre La Nevera y Valle Nuevo. El de Caama&ntilde;o estaba en el centro. &ldquo;Los tres vest&iacute;an traje verde olivo de campa&ntilde;a, del denominado chamaco, y los tres ten&iacute;an barba de m&aacute;s de dos semanas. Bajo la camisa llevaban su&eacute;teres corrientes de lana. El del jefe guerrillero muerto era de color gris.&rdquo;- indicaba el relato.</p>

<p>&ldquo;Las botas hab&iacute;an sido quitadas a los cuerpos sin vida y en los pies de Caama&ntilde;o se ve&iacute;an varias tiras de esparadrapo, del tipo denominado &ldquo;curitas&rdquo;. Debido al intenso fr&iacute;o imperante en la zona, los cuerpos no se hab&iacute;an descompuesto. Bajo un pedazo de tela de saco que alguien hab&iacute;a puesto sobre el cuerpo de Lalane Jos&eacute;, era visible el mu&ntilde;&oacute;n del brazo izquierdo de &eacute;ste, amarrado con una tira de goma o cuero. Las caracter&iacute;sticas f&iacute;sicas del que fuera l&iacute;der del bando constitucionalista en la contienda armada de 1965, eran inconfundibles.</p>

<p>El reportero que identific&oacute; el cad&aacute;ver de Caama&ntilde;o conoc&iacute;a a &eacute;ste desde la &eacute;poca de la escuela primaria. Ahora estaba mucho m&aacute;s delgado que lo usual, con el vientre hundido, pero su pecho aparec&iacute;a, como siempre, ancho y fuerte. Era Caama&ntilde;o, con su frente despejada. Y todos los rasgos f&aacute;ciles de reconocer. Sus ojos, al igual que los de sus compa&ntilde;eros estaban ligeramente abiertos. Eran notorias heridas de bala en el vientre y una en el centro y otra en el lado izquierdo, y otra m&aacute;s encima de la ceja derecha, con profunda salida en el cr&aacute;neo, entre la frente y la sien. Los labios del jefe guerrillero muerto estaban distendidos, en lo que pod&iacute;a tomarse como una leve sonrisa, y Caama&ntilde;o parec&iacute;a dormir&hellip;&rdquo;</p>

<p>Los periodistas formularon numerosas preguntas al secretario militar, contralmirante Jim&eacute;nez hijo as&iacute; como al jefe de las operaciones militares, general de brigada Juan Ren&eacute; Beauchamps Javier, sobre la forma en que se produjeron los combates.</p>

<p>Explicaron que Caama&ntilde;o y sus compa&ntilde;eros fueron cercados el jueves 15 en la noche en un &aacute;rea boscosa del lado sur de la carretera entre La Nevera y la llanura de Nizao. Una tropa regular orden&oacute; el &ldquo;alto&rdquo; a los guerrilleros, sin disparar, pero Caama&ntilde;o y sus hombres, haciendo un rodeo, evadieron el cerco y cruzaron la carretera hacia el Noroeste.</p>

<p>&ldquo;En ese momento-dijeron los jefes militares- pasaba por la v&iacute;a un cami&oacute;n del Ej&eacute;rcito que conduc&iacute;a a varios militares, entre ellos uno que hab&iacute;a resultado herido. Los guerrilleros abrieron fuego contra el cami&oacute;n, haci&eacute;ndole 43 impactos directos de proyectiles, y luego completaron la emboscada lanz&aacute;ndole una granada fragmentaria que hiri&oacute; a todos sus soldados. Herido de tres balazos, el chofer del cami&oacute;n pudo continuar la marcha de manera veloz hasta llegar a un campamento instalado en la planicie de Nizao. Caama&ntilde;o y sus hombres se internaron entonces entre los pinares del lado Noreste de la carretera eludiendo intensos tiroteos&rdquo;.</p>

<p>&ldquo;Al d&iacute;a siguiente -prosigue la narraci&oacute;n de los jefes militares- los insurgentes fueron cercados por las tropas frente a la zona conocida como Arabia, densamente boscosa, y cayeron. Ellos pelearon. Ellos presentaron batalla. Caama&ntilde;o dispar&oacute; hasta la &uacute;ltima bala&rdquo;.</p>

<p><strong>Extracto del libro &ldquo;Bosch, noventa d&iacute;as de clandestinidad&rdquo;, escrito por Miguel Franjul en 1998.</strong></p>

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