Turno Libre

Bueno don Trump, sabemos que la tentación de convertir cada tragedia en munición política es grande, lo

Bueno don Trump, sabemos que la tentación de convertir cada tragedia en munición política es grande, lo

Publicado: 15/09/2025

Bueno don Trump, sabemos que la tentación de convertir cada tragedia en munición política es grande, lo

Bueno don Trump, sabemos que la tentación de convertir cada tragedia en munición política es grande, lo sabemos. Pero en este caso, conviene detenerse un segundo antes de repetir viejos eslóganes. El asesinato de Charlie Kirk no fue cometido por un inmigrante ilegal, ni por un musulmán radical, ni por un activista “woke” salido de las universidades que tanto desprecia. No, don Trump. El sospechoso es Tyler Robinson, un joven blanco, mormón de Utah, hijo de una familia republicana, unida, con una madre trabajadora social y un padre activo en la comunidad religiosa.

Una familia, además, que no se distingue precisamente por progresismo ni por afinidades demócratas. Todo lo contrario. Se trata de una de esas familias que representan los “valores tradicionales” que usted y los suyos tanto dicen defender. Una familia para nada “woke”, para nada liberal, sino profundamente conservadora y religiosa.

El giro irónico de esta historia es que Robinson no es un outsider que venga a confirmar sus discursos de odio y exclusión. Es, más bien, el producto de la misma América a la que usted dice representar. Su familia lo convenció de entregarse, con ayuda de un pastor mormón, lo que demuestra que todavía hay en esos entornos una ética de responsabilidad comunitaria. Pero el hecho esencial permanece: el presunto asesino no encaja en los blancos fáciles de sus discursos.

Más todavía, el sospechoso parece mucho más cercano a las posiciones que Charlie Kirk defendía con vehemencia, sobre todo en lo referente al derecho casi sagrado a la posesión de armas por parte de la población. Aquí está la paradoja: el crimen que usted seguramente querría achacar a sus culpables de siempre fue cometido por alguien que podía ser descrito como “uno de los suyos”.

Don Trump, tal vez este sea el momento de preguntarse si la violencia que atraviesa a Estados Unidos no proviene de los enemigos externos que tanto señala, sino de los discursos internos que glorifican el resentimiento y la posesión indiscriminada de armas. Tal vez convenga mirar hacia dentro antes de seguir agitando fantasmas hacia fuera.

Porque lo que mata no es la diversidad de su país, sino el fanatismo incubado en su propio corazón.

← Volver al inicio