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Obispos católicos dominicanos denuncian la corrupción y la desigualdad social

"La corrupción crea una escandalosa situación de inequidad y desigualdad social, ensanchando la brecha entre personas que se han hecho ricos como por arte de magia, sin otra justificación que haber pasado por el tren administrativo público y una gran mayoría de personas honestas que apenas.

Publicado: 20/01/2016

Obispos católicos dominicanos denuncian la corrupción y la desigualdad social

<p>SANTO DOMINGO, Rep&uacute;blica Dominicana.-La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) denunci&oacute; que la corrupci&oacute;n despoja&nbsp;al pueblo dominicano&nbsp;de los recursos econ&oacute;micos que deber&iacute;an ser utilizados&nbsp;para la&nbsp;educaci&oacute;n, la vivienda, la alimentaci&oacute;n, la salud, la seguridad, la justicia y pago de salarios dignos.</p>

<p>En su Carta Pastoral con motivo de celebrarse el jueves (ma&ntilde;ana) 21 el D&iacute;a de la Virgen de la Altagracia, conocida en la tradici&oacute;n cat&oacute;lica como la Madre Espiritual y Protectora del Pueblo Dominicano, los obispos mostraron su preocupaci&oacute;n por problemas como&nbsp;la inseguridad ciudadana, la criminalidad y la corrupci&oacute;n en la administraci&oacute;n del Estado en general y&nbsp;en sistema judicial.</p>

<p>Asimismo, los obispos condenaron la desigualdad social, adem&aacute;s del&nbsp;aumento de la desigualdad social.</p>

<p>logran sobrevivir con el esfuerzo de toda una vida de trabajo&quot;, denunciaron los obispos&nbsp;En el aspecto pol&iacute;tico, los obispos cat&oacute;licos criticaron que se participe de la pol&iacute;tica como un negocio, pese a las promesas que hacen los candidatos.</p>

<p>&ldquo;Vemos con preocupaci&oacute;n c&oacute;mo la&nbsp;<strong>corrupci&oacute;n</strong>&nbsp;priva a la poblaci&oacute;n de recursos econ&oacute;micos que deber&iacute;an ser destinados para satisfacer sus necesidades b&aacute;sicas: educaci&oacute;n, vivienda, alimentaci&oacute;n, salud, seguridad, justicia, salarios dignos. Otro gesto de inmisericordia, que va en detrimento del desarrollo, es el cobro de &ldquo;peajes&rdquo; a los inversionistas, que en vez de estimul&aacute;rseles se les ahuyenta. La corrupci&oacute;n crea una escandalosa situaci&oacute;n de inequidad y desigualdad social, ensanchando la brecha entre personas que se han hecho ricos como por arte de magia, sin otra justificaci&oacute;n que haber pasado por el tren administrativo p&uacute;blico y una gran mayor&iacute;a de personas honestas que apenas logran sobrevivir con el esfuerzo de toda una vida de trabajo&rdquo;, denunciaron los obispos.</p>

<p>&ldquo;Lamentablemente la&nbsp;<strong>impunidad y la complicidad</strong>&nbsp;han sido los mejores aliados de los corruptos en los sistemas pol&iacute;ticos en todo el mundo. La impunidad es la mejor manera de incentivar a los corruptos a apropiarse de los bienes del pueblo y al mismo tiempo una manera de mal educar a las nuevas generaciones.&nbsp;<em>Los empobrecidos, v&iacute;ctimas del sistema corrupto, piden misericordia para que le sea devuelto lo que en justicia les pertenece para vivir con dignidad&rdquo;,</em>&nbsp;precisaron.</p>

<p><strong>Texto de la carta pastoral:</strong></p>

<ol>
<li>Muy queridos hermanos y hermanas en el Se&ntilde;or, nos dirigimos a ustedes sintonizando con el sentir de la Iglesia en el marco del a&ntilde;o dedicado a la Misericordia por el Papa Francisco. El actual Pont&iacute;fice nos presenta este a&ntilde;o jubilar con las siguientes palabras: &ldquo;Hay momentos en los que de un modo mucho m&aacute;s intenso estamos llamados a tener una mirada fija en la misericordia para poder ser nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por eso que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia para que haga m&aacute;s fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes&rdquo;.</li>
<li>Esta Carta pastoral tiene como finalidad llevarles nuestro aliento y cercan&iacute;a de pastores a todos aquellos hermanos que se sienten abandonados, rechazados, faltos de atenci&oacute;n y acogida en nuestra sociedad dominicana. Dirigimos este mensaje a todas las personas de buena voluntad para hacerles la misma invitaci&oacute;n que hiciera Jes&uacute;s a sus disc&iacute;pulos en el Serm&oacute;n del Monte: &ldquo;Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso<em>&rdquo;</em>&nbsp;(Lc 6,36)<em>.</em></li>
<li>Invitamos a todos a dar una mirada a la realidad que nos circunda bajo la &oacute;ptica de la misericordia de Dios y responder a los males que la &ldquo;desfiguran&rdquo; con la aplicaci&oacute;n de la &ldquo;medicina&rdquo; del amor compasivo y misericordioso del Padre.</li>
</ol>

<p><strong>2. &iquest;Qu&eacute; entiende la Biblia por misericordia?</strong></p>

<p>Las Sagradas Escrituras nos presentan la misericordia como uno de los atributos esenciales con que Dios m&aacute;s ha favorecido a su pueblo a lo largo de la historia salv&iacute;fica. De hecho Dios se revela a Mois&eacute;s como un &ldquo;Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, rico amor y fidelidad&rdquo; (Ex 34,6). La actitud de Dios-Padre ante la infidelidad del pueblo de Israel a su alianza es ser paciente y compasivo, perdon&aacute;ndolo y acogi&eacute;ndolo con infinito amor y ternura, d&aacute;ndole la oportunidad de convertirse y regenerarse de sus faltas.</p>

<p>El t&eacute;rmino misericordia viene de dos palabras latinas&nbsp;<em>miserere</em>&nbsp;que significa pobre y&nbsp;<em>cor-cordis</em>&nbsp;que significa coraz&oacute;n. Una persona misericordiosa es aquella que tiene un coraz&oacute;n sencillo y humilde que puede compadecerse de los dem&aacute;s.</p>

<p>El Antiguo Testamento usa dos t&eacute;rminos para hablar de misericordia:&nbsp;<em>reham&icirc;m</em>&nbsp;que describe el apego de una persona hacia otra, como el amor de entra&ntilde;a que siente una madre por su hijo y&nbsp;&nbsp;<em>hesed</em>&nbsp;que significa firmeza, fidelidad, decisi&oacute;n. La Biblia traduce estas dos palabras de diferentes formas como: misericordia, amor, ternura, piedad, comprensi&oacute;n, clemencia, bondad.</p>

<p>El pueblo de Israel hizo experiencia de este amor misericordioso de Dios en Egipto, cuando suscit&oacute; a Mois&eacute;s para librarlo del yugo opresor: &ldquo;He visto la opresi&oacute;n de mi pueblo, he o&iacute;do sus quejas, me he fijado en sus sufrimientos&rdquo; (Ex 3,7).</p>

<p>Israel no pudo mantener este pacto de fidelidad a la Alianza y la rompi&oacute; varias veces, sin que ello fuera causa para que Dios se olvidara de su promesa. Siempre tuvo compasi&oacute;n de su pueblo. El mejor ejemplo se da con la misericordia que tuvo con David, a quien quiso y perdon&oacute; con infinita misericordia, despu&eacute;s que &eacute;ste se arrepinti&oacute; de sus graves pecados (cf. 2 Sam 11?12,13a). Dios mantiene siempre su fidelidad hasta el punto que env&iacute;a a su propio Hijo para sellar con su pueblo la Nueva y definitiva Alianza.</p>

<blockquote>
<p><strong>Por la acogida al forastero seremos reconocidos en el momento del juicio final, as&iacute; como por las dem&aacute;s obras de misericordia (Mt 25,35). Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y en todo momento. Como cristianos debemos mostrar el rostro misericordioso de Jes&uacute;s, poniendo en pr&aacute;ctica el amor cristiano por encima de cualquier otra ley</strong></p>
</blockquote>

<p>En los Evangelios abundan los ejemplos en los que Jes&uacute;s en sus encuentros con los pecadores les anuncia la verdad, remedia sus males, pero siempre con el mandato de no volver a pecar. As&iacute; ocurri&oacute; con Zaqueo (Lc 19,1-10); con la mujer ad&uacute;ltera (Jn 8,1-11) y la mujer samaritana (Jn 4,5-29).</p>

<p>Observando por ejemplo el Evangelio de Lucas nos damos cuenta que la misericordia de Jes&uacute;s se expresa en obras concretas. El samaritano muestra su compasi&oacute;n acerc&aacute;ndose y vendando las heridas del hombre que hab&iacute;a sido agredido por los bandidos. Asume el problema del desdichado haci&eacute;ndolo suyo, olvid&aacute;ndose de sus propios planes. Distinta fue la actitud del sacerdote y el escriba que, apoyados en sus propias leyes, pod&iacute;an dar m&uacute;ltiples razones para justificar su indiferencia. Esta par&aacute;bola (Lc 10,30-37) y las que aparecen en Lucas 15, evidencian que la misericordia no deja las cosas como estaban: saca de la miseria y del pecado.</p>

<p>La misericordia no equivale a la aprobaci&oacute;n del mal. Como nos recordar&aacute; san Juan Pablo II: &ldquo;El significado verdadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste &uacute;nicamente en la mirada, aunque sea la m&aacute;s penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, f&iacute;sico o material: la misericordia se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y&nbsp;<em>extrae el bien de todas las formas de mal&nbsp;</em>existentes en el mundo y en el hombre&rdquo;. Debemos combatir el mal a fuerza de bien como dice san Pablo (Rm 12,21), pues una cosa es juzgar al pecador y otra rechazar su pecado.</p>

<p>La misericordia no se ri&ntilde;e con las leyes, sino que regenera lo que la justicia no est&aacute; en condiciones de lograr por s&iacute; misma. Es decir que &ldquo;&hellip;la estructura fundamental de la justicia penetra siempre en el campo de la misericordia. Esta, sin embargo, tiene la fuerza de conferir a la justicia un contenido nuevo que se expresa de la manera m&aacute;s sencilla y plena en el perd&oacute;n&rdquo;[.</p>

<p>En la Bula de convocatoria de este a&ntilde;o jubilar, el Papa Francisco dice que &ldquo;Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre&rdquo;, con lo que nos marca el camino y el paradigma para conocer y explicitar los contenidos de la misericordia: Cristo es el camino y sus obras son el contenido y el m&eacute;todo de la misericordia.</p>

<p><strong>3. La misericordia en las ense&ntilde;anzas del Papa Francisco</strong></p>

<p>No podemos referirnos a este tema dejando de lado el pensamiento del Papa Francisco sobre el mismo. Este ha sido, sin lugar a dudas, uno de los temas claves de las ense&ntilde;anzas del Papa Francisco desde los inicios de su pontificado. El Santo Padre ha aprovechado todos los escenarios para invitar a encarnar esta virtud en los diversos &aacute;mbitos de la vida, no limit&aacute;ndose s&oacute;lo al plano espiritual o pastoral, sino tambi&eacute;n en el aspecto social, familiar, econ&oacute;mico, cultural y pol&iacute;tico. Su insistencia es que todas las realidades sean iluminadas bajo la luz del rostro misericordioso de Dios.</p>

<p>El Papa Francisco nos invita a todos a vivir bajo el dinamismo de la misericordia: a los sacerdotes en el confesionario y en las m&aacute;s diversas actividades pastorales, a los padres de familia, a los jefes de Estado, a las familias religiosas, a los profesionales, en fin, a todos los hijos de Dios.</p>

<p>La centralidad de la misericordia en el ser y el quehacer de la Iglesia ha sido expresado por &eacute;l de diferentes maneras. Sus expresiones, en las catequesis de las Audiencias generales semanales, en el rezo del&nbsp;<em>&Aacute;ngelus</em>&nbsp;dominical, en su Exhortaci&oacute;n Apost&oacute;lica&nbsp;<em>Evangelii gaudium</em>, en sus homil&iacute;as y en todas sus ense&ntilde;anzas, nos ponen en perfecta sinton&iacute;a con la fuerza y la originalidad de su pensamiento sobre la misericordia.</p>

<p>El actual Sucesor de Pedro ha dicho que la misericordia es el b&aacute;lsamo amoroso de Dios para con los pecadores, los pobres, los amenazados y marginados de la sociedad y nos recuerda que &ldquo;la misericordia es el coraz&oacute;n de Dios. Por ello debe ser tambi&eacute;n el coraz&oacute;n de todos los que se reconocen miembros de la &uacute;nica gran familia de sus hijos; un coraz&oacute;n que bate fuerte all&iacute; donde la dignidad humana &mdash;reflejo del rostro de Dios en sus creaturas&mdash; est&eacute; en juego. Jes&uacute;s nos advierte: el amor a los dem&aacute;s [&hellip;] es la medida con la que Dios juzgar&aacute; nuestras acciones. De esto depende nuestro destino eterno&rdquo;.</p>

<p>El Papa hace un insistente llamado a los sacerdotes invit&aacute;ndolos a humanizar el sacramento de la reconciliaci&oacute;n, por constatar que algunos sacerdotes dejan de lado el mandamiento del amor compasivo y misericordioso de Dios. Tambi&eacute;n ha exhortado repetidamente a los sacerdotes a &ldquo;ser misericordiosos en el confesionario&rdquo; indicando que &ldquo;uno podr&aacute; ser un buen hombre o una buena mujer, pero si no sabe perdonar no es cristiano&rdquo;.</p>

<p><strong>4. Realidades de nuestra sociedad que claman misericordia</strong></p>

<p>Las par&aacute;bolas del juicio final (cf. Mt 25,31-46) y del &ldquo;padre misericordioso&rdquo;, (Lc 15, 11-32) son una invitaci&oacute;n directa de Jes&uacute;s a responder, desde el amor, a las situaciones l&iacute;mites que marginan a los seres humanos. En el relato de estas par&aacute;bolas, Jes&uacute;s pide dar de comer al hambriento, dar techo a los sin techo, vestir al desnudo, acoger al forastero, visitar a los enfermos y a los presos, perdonar y acoger al hermano que se ha equivocado.</p>

<p>El cristiano no puede estar despistado del horizonte del Evangelio, distra&iacute;do con los &ldquo;fuegos artificiales&rdquo; de la mundanidad. Por eso, nuestro horizonte debe ser el de pensar, vivir y actuar como Jes&uacute;s, compasivo y misericordioso ante los reclamos de nuestro pueblo.</p>

<p><strong>A. Constataciones</strong></p>

<p>Vemos esperanzados que el nuestro es un pueblo creyente, alegre, generoso, acogedor, solidario, capaz de generar cualquier iniciativa de ayuda solidaria al pr&oacute;jimo, con una estructura humana y espiritual id&oacute;nea para hacer el bien y vivir la misericordia.</p>

<p>Pero tambi&eacute;n constatamos que vivimos en un mundo traspasado por la miseria, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, la desatenci&oacute;n a los m&aacute;s pobres, la injusticia, donde crece la insensibilidad y aumenta &ldquo;la amenaza de la globalizaci&oacute;n de la indiferencia&rdquo;. Es oportuno recordar que &ldquo;en el plano individual y comunitario, la indiferencia ante el pr&oacute;jimo, hija de la indiferencia ante Dios, asume el aspecto de inercia y despreocupaci&oacute;n, que alimenta el persistir de situaciones de injusticia y grave desequilibrio social, los cuales, a su vez, pueden conducir a conflictos o, en todo caso, generar un clima de insatisfacci&oacute;n que corre el riesgo de terminar, antes o despu&eacute;s, en violencia e inseguridad&rdquo;&nbsp;frente a los hermanos que viven desamparados. Con frecuencia encontramos gestos de inmisericordia en nuestra sociedad dominicana, por ejemplo, personas insensibles con hermanos accidentados, que en vez de socorrerlos, los despojan de todas sus pertenencias. Curiosamente constatamos todav&iacute;a que estamos interactuando con los mismos tipos de personas excluidas o necesitadas a los que Jes&uacute;s hizo referencia en la par&aacute;bola del juicio final.</p>

<p>Percibimos que vivimos en una &eacute;poca fuertemente condicionada por las&nbsp;<strong>pol&iacute;ticas del mercado</strong>, donde todo es medido y valorado seg&uacute;n la&nbsp;<strong>utilidad y la rentabilidad</strong>, tambi&eacute;n las personas. Estas, en t&eacute;rminos de mercado,&nbsp;<strong>valen lo que producen y valen en cuanto son &uacute;tiles</strong>. Esta concepci&oacute;n mercantilista privilegia el hacer, la utilidad y la apariencia sobre el ser. El Papa ha hablado de la &ldquo;cultura del descarte&rdquo; haciendo alusi&oacute;n a este vergonzoso fen&oacute;meno social.&nbsp;<em>Los &ldquo;descartados, los que no cuentan&rdquo; esperan alg&uacute;n gesto de misericordia de nosotros los cristianos.</em></p>

<p>Vemos con preocupaci&oacute;n c&oacute;mo la&nbsp;<strong>corrupci&oacute;n</strong>&nbsp;priva a la poblaci&oacute;n de recursos econ&oacute;micos que deber&iacute;an ser destinados para satisfacer sus necesidades b&aacute;sicas: educaci&oacute;n, vivienda, alimentaci&oacute;n, salud, seguridad, justicia, salarios dignos. Otro gesto de inmisericordia, que va en detrimento del desarrollo, es el cobro de &ldquo;peajes&rdquo; a los inversionistas, que en vez de estimul&aacute;rseles se les ahuyenta. La corrupci&oacute;n crea una escandalosa situaci&oacute;n de inequidad y desigualdad social, ensanchando la brecha entre personas que se han hecho ricos como por arte de magia, sin otra justificaci&oacute;n que haber pasado por el tren administrativo p&uacute;blico y una gran mayor&iacute;a de personas honestas que apenas logran sobrevivir con el esfuerzo de toda una vida de trabajo.</p>

<p>Lamentablemente la&nbsp;<strong>impunidad y la complicidad</strong>&nbsp;han sido los mejores aliados de los corruptos en los sistemas pol&iacute;ticos en todo el mundo. La impunidad es la mejor manera de incentivar a los corruptos a apropiarse de los bienes del pueblo y al mismo tiempo una manera de mal educar a las nuevas generaciones.&nbsp;<em>Los empobrecidos, v&iacute;ctimas del sistema corrupto, piden misericordia para que le sea devuelto lo que en justicia les pertenece para vivir con dignidad.</em></p>

<p>El&nbsp;<strong>incumplimiento de la ley</strong>: estamos en un pa&iacute;s donde no faltan las leyes, pero no siempre son respetadas y aplicadas o se aplican a los ciudadanos de una manera muy selectiva. Un pa&iacute;s donde a &ldquo;todo se le quiere buscar la vuelta&rdquo; con tal de evadir hacer lo correcto.&nbsp;<em>Las v&iacute;ctimas de las injusticias claman por un trato m&aacute;s justo y misericordioso.</em></p>

<p>Estamos iniciando el 2016, un a&ntilde;o de&nbsp;<strong>contienda electoral</strong>&nbsp;en el que se elegir&aacute;n a los servidores p&uacute;blicos a nivel Ejecutivo, Legislativo y Municipal, del pa&iacute;s. Nos preguntamos qu&eacute; podr&iacute;a aportar la virtud de la misericordia en este mundo tan particular.</p>

<p>Los candidatos en sus discursos de campa&ntilde;a hablan habitualmente de cercan&iacute;a, de escuchar los reclamos del pueblo, de tener en cuenta las necesidades de los pobres, ser su &ldquo;voz&rdquo; en las entidades p&uacute;blicas que ocupen. Sin embargo, percibimos la devaluaci&oacute;n de la credibilidad en el ejercicio de la pol&iacute;tica. La gente percibe que la pol&iacute;tica es un negocio de f&aacute;cil enriquecimiento para unos pocos que logran escalar a puestos dirigenciales en el tren gubernamental, y no un ejercicio de servicio a la sociedad y al bien com&uacute;n. L<em>os enga&ntilde;ados por falsas promesas electorales claman misericordia.</em></p>

<p>La&nbsp;<strong>inseguridad ciudadana y criminalidad:</strong>&nbsp;es altamente preocupante el&nbsp;<strong>alto nivel de violencia</strong>&nbsp;que ha ido permeando todas las esferas sociales de nuestro pa&iacute;s, desde la familia con los feminicidios, hasta los secuestros y el sicariato; segar la vida de un ser humano por un simple celular, hasta tener que soportar la verg&uuml;enza de presenciar la implicaci&oacute;n en no pocos hechos delictivos de miembros de las mismas instituciones encargadas de garantizar el orden p&uacute;blico y combatir la violencia, as&iacute; como de la seguridad ciudadana y nacional.&nbsp;<em>Las v&iacute;ctimas de la violencia, de la&nbsp;</em><strong>&nbsp;</strong><strong><em>inseguridad ciudadana y la criminalidad</em></strong><em>claman misericordia.</em></p>

<p>Nos preocupa grandemente la&nbsp;<strong>violaci&oacute;n del sagrado derecho a la vida</strong>&nbsp;desde sus inicios. La vida, ese don supremo de Dios, es amenazada desde el mismo seno materno as&iacute; como tambi&eacute;n por el creciente clima de violencia.&nbsp;<em>Las vidas indefensas tambi&eacute;n claman misericordia.</em></p>

<p>Nuestra&nbsp;<strong>madre tierra</strong>&nbsp;tambi&eacute;n clama misericordia ante las despiadadas agresiones sistem&aacute;ticas de las mineras, la extracci&oacute;n de arena de los r&iacute;os y la deforestaci&oacute;n de sus orillas, la reducci&oacute;n a cenizas por manos criminales de muchos de nuestros bosques, la tala indiscriminada de &aacute;rboles en nuestras reservas naturales con fines comerciales, en fin, por la brutal depredaci&oacute;n a que est&aacute; siendo sometida la madre naturaleza en nuestro fr&aacute;gil ecosistema insular.</p>

<p>Acogemos el llamado sobre el&nbsp;<strong>tema migratorio</strong>&nbsp;que nos hiciera el Papa Francisco, en nuestra &uacute;ltima visita&nbsp;<em>Ad L&iacute;mina,</em>&nbsp;a tener una atenci&oacute;n pastoral caritativa con todos los inmigrantes &ndash;en especial a los de la vecina Rep&uacute;blica de Hait&iacute;-, as&iacute; como ayudarles a integrarse en la sociedad y darles&nbsp; nuestra acogida en la comunidad eclesial. Tambi&eacute;n asumimos la exhortaci&oacute;n a brindar nuestro apoyo &ldquo;a las autoridades civiles para alcanzar soluciones solidarias a los problemas de quienes son privados de documentos o se les niega sus derechos b&aacute;sicos&rdquo;.</p>

<p><strong>B. Todo esto nos mueve a la siguiente reflexi&oacute;n:</strong></p>

<p>El panorama que vivimos en la Rep&uacute;blica Dominicana nos abre un horizonte propicio para la pr&aacute;ctica de las obras de misericordia. Partiendo de nuestra realidad econ&oacute;mica, socio-cultural, pol&iacute;tica y religiosa, estamos desafiados a dar respuestas a estas realidades desde el principio evang&eacute;lico de la misericordia al estilo de Jes&uacute;s de Nazaret.</p>

<p>Da la impresi&oacute;n de que nos hemos inmunizado frente a todos estos males que afectan a nuestra sociedad y al mundo, o que hemos ido perdiendo la capacidad de asombro y de reaccionar acorde con el Evangelio y los m&aacute;s elementales intereses del ser humano.</p>

<p>Estas deshonrosas situaciones nos interpelan y nos llevan a dar una respuesta esperanzadora desde el Evangelio de la misericordia. El Papa Francisco nos recordar&aacute; que &ldquo;Jes&uacute;s nos ense&ntilde;a a ser misericordiosos como el Padre (cf.&nbsp;<em>Lc</em>&nbsp;6,36). En la par&aacute;bola del buen samaritano (cf.&nbsp;<em>Lc</em>&nbsp;10,29-37) denuncia la omisi&oacute;n de ayuda frente a la urgente necesidad de los semejantes: &laquo;lo vio y pas&oacute; de largo&raquo; (cf.&nbsp;<em>Lc</em>&nbsp;6,31.32). De la misma manera, mediante este ejemplo, invita a sus oyentes, y en particular a sus disc&iacute;pulos, a que aprendan a detenerse ante los sufrimientos de este mundo para aliviarlos, ante las heridas de los dem&aacute;s para curarlas, con los medios que tengan, comenzando por el propio tiempo, a pesar de tantas ocupaciones&rdquo;. Los gestos y acciones de Jes&uacute;s misericordioso son el mejor est&iacute;mulo para ejercitarnos en las obras de misericordia.</p>

<p>Las situaciones antes descritas apelan a nuestra sensibilidad ante el hermano que sufre, ante el &ldquo;herido a la orilla del camino&rdquo;, convirti&eacute;ndose as&iacute; en una fuerte invitaci&oacute;n de Dios para que respondamos con gestos concretos desde la misericordia y la compasi&oacute;n, testimoniando nuestra fe con gestos m&aacute;s que con hermosos discursos (cf. Santiago 2,14-26).</p>

<p>Nosotros, como Pastores, nos encontramos hoy frente a los grandes desaf&iacute;os de nuestro tiempo que afectan la vida social y eclesial desde el mismo seno de la familia. Estamos llamados, por lo tanto, a ir no solamente a las periferias geogr&aacute;ficas, sino a las periferias existenciales&hellip; all&iacute; donde est&aacute; el pecado, el dolor, la enfermedad, el rechazo, la violencia, el enga&ntilde;o y la inequidad que genera divisi&oacute;n y violencia. Como Iglesia estamos llamados a salir al encuentro de las personas que sufren estas situaciones con una renovada y esperanzadora mirada de misericordia.</p>

<p>Pregunt&eacute;monos sinceramente &iquest;C&oacute;mo reaccionar&iacute;a Jes&uacute;s ante la realidad que vimos hoy en nuestra sociedad? &iquest;C&oacute;mo responder&iacute;a ante estas situaciones? &iquest;C&oacute;mo manifestar la misericordia de Dios hoy entre nosotros? &iquest;Cu&aacute;les gestos concretos de misericordia realizar?</p>

<p>Los seguidores de Jes&uacute;s estamos llamados a actuar como si el mismo Cristo compasivo y misericordioso estuviera en nuestro lugar, encontrando en &Eacute;l la fuente viva de inspiraci&oacute;n y la iluminaci&oacute;n para responder a las &ldquo;miserias&rdquo; del pr&oacute;jimo lo m&aacute;s apegadamente posible al Evangelio. Para ser hombres y mujeres misericordiosos tenemos que dejarnos tocar primero por la misericordia del Padre, experimentando en carne propia lo que significa ser perdonado. Pues, dif&iacute;cilmente entenderemos y valoraremos lo que no sea asumido desde dentro por nosotros, es decir, lo que no haya sido procesado por nuestra experiencia. Es necesario abrirse a la misericordia de Dios entrando en un proceso de conversi&oacute;n personal.</p>

<p><strong>5. Las Obras de misericordia</strong></p>

<p>El Catecismo de la Iglesia Cat&oacute;lica se refiere al tema de la misericordia de manera pr&aacute;ctica, describiendo las maneras concretas de hacerla realidad en nuestra relaci&oacute;n con el otro.</p>

<p>El Catecismo es inspirador y desafiante a la vez, porque busca traducir con gestos concretos y comprensibles (obras de misericordia), este atributo de Dios como una respuesta eficaz a las diversas necesidades humanas, sea en el orden espiritual o en el orden corporal. Nos habla de&nbsp;<em>&ldquo;las obras de misericordia&rdquo;</em>, entendi&eacute;ndolas como &ldquo;acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro pr&oacute;jimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58,6-7; Hb 13,3).</p>

<p><strong>A. Obras de misericordia corporales</strong></p>

<p><strong>a) Visitar a los enfermos</strong></p>

<p>Abundan en nuestros hospitales enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por la lejan&iacute;a con el centro hospitalario, no reciben visita alguna. Tambi&eacute;n en nuestros barrios y comunidades pobres, hay muchos enfermos que ni siquiera pueden ir a los hospitales y que sufren doblemente: por un lado, los dolores de sus males f&iacute;sicos y, por otro, la ausencia de alguien que les muestre afecto y les fortalezca en la fe. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero qu&eacute; bueno es tambi&eacute;n darnos nosotros mismos. Compartamos de nuestro tiempo con ellos y llev&eacute;mosles una palabra de aliento, un rato de compa&ntilde;&iacute;a a esos cristos sufrientes.</p>

<p><strong>b) Dar de comer al hambriento&nbsp;</strong></p>

<p>Es un mandato de Jes&uacute;s compartir con el necesitado, nos lo dice muy claro en el Evangelio: &ldquo;El que tenga dos t&uacute;nicas, d&eacute; una al que no tiene; y el que tenga qu&eacute; comer, haga otro tanto &ldquo; (Lc 3,11). Ante la actitud insolidaria de los ap&oacute;stoles, que quieren que despache a la multitud hambrienta, despu&eacute;s de escuchar sus ense&ntilde;anzas, Jes&uacute;s les manda: &ldquo;Denles de comer ustedes mismos&rdquo; (Lc 9,13; cf. Jn 6,1-13). Con esto nos ense&ntilde;a tambi&eacute;n a nosotros a no ser indiferentes ante las necesidades de los dem&aacute;s. El Papa Benedicto XVI nos recordaba que dar de comer a los hambrientos es un imperativo &eacute;tico para la Iglesia que responde a las ense&ntilde;anzas del Se&ntilde;or Jes&uacute;s. Al compartir nuestro pan, no s&oacute;lo le quitamos el hambre a nuestro hermano necesitado, sino que le mostramos el amor de Dios.</p>

<p><strong>c) Dar de beber al sediento</strong></p>

<p>Con cu&aacute;nto gusto nos bebemos un vaso de agua fresca despu&eacute;s de recorrer un largo trecho para calmar nuestra sed. Pensemos en muchos hermanos nuestros que se enferman porque tienen que calmar su sed con agua contaminada. Hay tambi&eacute;n muchas personas en nuestros barrios que tienen que comprarla para su aseo diario mientras muchos la desperdician. El Papa Francisco advert&iacute;a que &ldquo;privar a los pobres del acceso al agua significa negar el derecho a la vida fundamentado en su inalienable dignidad&rdquo;.</p>

<p><strong>d) Acoger al forastero</strong></p>

<p>Por la acogida al forastero seremos reconocidos en el momento del juicio final, as&iacute; como por las dem&aacute;s obras de misericordia (Mt 25,35). Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y en todo momento. Como cristianos debemos mostrar el rostro misericordioso de Jes&uacute;s, poniendo en pr&aacute;ctica el amor cristiano por encima de cualquier otra ley.</p>

<p><strong>e) Vestir al desnudo</strong></p>

<p>Es cierto que hoy d&iacute;a hay abundancia de vestidos, pero no todos tenemos las mismas facilidades de obtenerlos. A menudo nos encontramos con hermanos escasos de vestidos. Ayud&eacute;mosles y seamos solidarios y d&eacute;mosles la posibilidad de tener vestidura limpia y respetable, que les permita reencontrar al Se&ntilde;or en la bondad de los dem&aacute;s.</p>

<p><strong>f) Visitar a los encarcelados</strong></p>

<p>La carta a los Hebreos nos se&ntilde;ala en forma de mandato el cumplimiento de esta obra de misericordia: &ldquo;Acu&eacute;rdense de los presos, como si ustedes estuvieran presos con ellos&rdquo; (Hb 13,3). La Iglesia nos llama a llevarles, no s&oacute;lo cosas materiales, sino el cari&ntilde;o de toda la comunidad y el aliento de Jes&uacute;s a cada uno de ellos, para que se sientan parte del reba&ntilde;o del &Uacute;nico Pastor. Y pueda o&iacute;rse de nuevo el cumplimiento de la profec&iacute;a: &ldquo;El Esp&iacute;ritu del Se&ntilde;or est&aacute; sobre m&iacute;, porque me ha consagrado por la unci&oacute;n. &Eacute;l me envi&oacute; a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberaci&oacute;n a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un a&ntilde;o de gracia del Se&ntilde;or&rdquo; (Lc 4,18-21; cf. Is 61,1s).</p>

<p><strong>g) Enterrar a los muertos</strong></p>

<p>Sepultar a los muertos no significa que los olvidemos, por el contrario, esta obra de misericordia corporal nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos. Es un acto de misericordia mantener sus sepulturas en buen estado, pues en ellas se contienen los restos mortales de aquellos que fueron templo del Esp&iacute;ritu Santo, y que resucitar&aacute; al final de los tiempos. Como bien ense&ntilde;a el Catecismo de la Iglesia: &ldquo;En la muerte, separaci&oacute;n del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupci&oacute;n, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dar&aacute; definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible uni&eacute;ndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrecci&oacute;n de Jes&uacute;s&rdquo;.</p>

<p><strong>B. Obras de misericordia espirituales</strong></p>

<p><strong>a) Ense&ntilde;ar al que no sabe</strong></p>

<p>Es un acto de mucha misericordia y solidaridad ense&ntilde;ar a los dem&aacute;s. Pensemos de todo lo que se priva el que no sabe leer y escribir. Con el plan &ldquo;Quisqueya Aprende Contigo&rdquo; fueron muchas las personas alfabetizadas. Ojal&aacute; se pueda continuar con este proyecto hasta el final. Adem&aacute;s, hay que seguir facilitando y ayudando a los ya alfabetizados a que sigan creciendo y desarroll&aacute;ndose en todo tipo de conocimiento y cultura.</p>

<p><strong>b) Dar buen consejo al que lo necesita</strong></p>

<p>Hay muchas personas que comenten graves errores, porque no tienen a alguien de confianza que les ayude a encontrar nuevamente el camino del bien. Para dar un buen consejo es necesario que nosotros mismos hayamos sido aconsejados. Dado que aconsejar es un don del Esp&iacute;ritu, debemos ped&iacute;rselo a Dios para que con nuestras palabras y nuestras acciones, aconsejemos a los que lo necesitan.</p>

<p><strong>c) Corregir al que yerra</strong></p>

<p>Esta obra de misericordia se inspira en el texto de la correcci&oacute;n fraterna (Cf. Mt 18,15-17). Cuando un hermano nuestro peca o se equivoca, es nuestro deber llamarlo a correcci&oacute;n, pero siempre con caridad. De ese modo, evitamos los comentarios y malos entendidos que tantas veces provocan separaci&oacute;n y conflictos en la comunidad.</p>

<p><strong>d) Perdonar al que nos ofende</strong></p>

<p>El acto m&aacute;s sublime del amor es el perd&oacute;n. Pero &iexcl;Qu&eacute; dif&iacute;cil es perdonar! En los Evangelios vemos que Jes&uacute;s ense&ntilde;&oacute; con palabras a sus disc&iacute;pulos la importancia del perd&oacute;n. La &uacute;ltima lecci&oacute;n la dio en la cruz, perdonando a sus propios verdugos. En la oraci&oacute;n del Padrenuestro nos dice que para que seamos perdonados tenemos que perdonar primero a los que nos ofenden. No esperemos a que los que nos han ofendido vengan a pedirnos el perd&oacute;n, hag&aacute;moslo siempre como nos lo ense&ntilde;a Jes&uacute;s.</p>

<p><strong>e) Consolar al triste</strong></p>

<p>En el discurso de las Bienaventuranzas Jes&uacute;s nos dice: &ldquo;Dichosos los que lloran porque ser&aacute;n consolados&rdquo; (Mt 5,5). Dios, por medio de su Esp&iacute;ritu Santo, nos consuela. Pero se vale de nosotros para consolar a los dem&aacute;s. Somos consuelo para los tristes, no s&oacute;lo cuando nos compadecemos, sino tambi&eacute;n, cuando evitamos ser causa de sus tristezas. Que podamos compartir &ldquo;los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los disc&iacute;pulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su coraz&oacute;n&rdquo;.</p>

<p><strong>f) Sufrir con paciencia los defectos del pr&oacute;jimo</strong></p>

<p>Es f&aacute;cil ver la paja en el ojo ajeno y dif&iacute;cil ver la viga en el nuestro. La paciencia frente a los defectos de nuestros hermanos nos hace madurar y crecer y puede ser el mejor camino de ayudarles a su superaci&oacute;n. Quien reconoce sus defectos y limitaciones puede ser m&aacute;s f&aacute;cilmente tolerante con los dem&aacute;s.</p>

<p><strong>6. CONCLUSI&Oacute;N</strong></p>

<p>Como pastores, expresamos nuestra preocupaci&oacute;n y nuestro apoyo a los hermanos m&aacute;s necesitados de nuestras comunidades cristianas, sinti&eacute;ndonos muy cercanos a sus reclamos.</p>

<p>Estamos muy de acuerdo con san Ireneo de Lyon cuando afirma: &ldquo;La gloria de Dios es que el hombre viva&rdquo; y, agregamos, que viva con la dignidad que otorga el amor misericordioso de Dios.</p>

<p>Nos parece oportuno y edificante recordar que &ldquo;la Iglesia proclama la verdad de la misericordia de Dios, revelada en Cristo crucificado y resucitado, y la profesa de varios modos. Adem&aacute;s, trata de practicar la misericordia para con los hombres a trav&eacute;s de los hombres, viendo en ello una condici&oacute;n indispensable de la solicitud por un mundo mejor y &laquo; m&aacute;s humano &raquo;, hoy y ma&ntilde;ana. Sin embargo, en ning&uacute;n momento y en ning&uacute;n per&iacute;odo hist&oacute;rico &mdash;especialmente en una &eacute;poca tan cr&iacute;tica como la nuestra&mdash;la Iglesia puede olvidar&nbsp;<em>la oraci&oacute;n que es un grito a la misericordia de Dios&nbsp;</em>ante las m&uacute;ltiples formas de mal que pesan sobre la humanidad y la amenazan. Precisamente &eacute;ste es el fundamental derecho-deber de la Iglesia en Jesucristo: es el derecho-deber de la Iglesia para con Dios y para con los hombres&rdquo;</p>

<p>Nos dice tambi&eacute;n el san Juan Pablo II:<em>&nbsp;&ldquo;La aut&eacute;ntica misericordia es por decirlo as&iacute; la fuente m&aacute;s profunda de la justicia.</em>[&hellip;]&nbsp;<em>La misericordia&nbsp;</em>aut&eacute;nticamente cristiana es tambi&eacute;n, en cierto sentido,&nbsp;<em>la m&aacute;s perfecta encarnaci&oacute;n&nbsp;</em>de la &laquo;igualdad&raquo; entre los hombres y por consiguiente tambi&eacute;n la encarnaci&oacute;n m&aacute;s perfecta de la&nbsp;<em>justicia,&nbsp;</em>en cuanto tambi&eacute;n &eacute;sta, dentro de su &aacute;mbito, mira al mismo resultado&rdquo;</p>

<p>Nuestro deseo, en consonancia con el Papa Francisco, es que &ldquo;la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como Palabra y gesto de perd&oacute;n, de soporte, de ayuda, de amor: Que nunca se canse de ofrecer misericordia y ser&aacute; siempre paciente en el confortar y perdonar.</p>

<p>Con el Papa, invitamos a todo el pueblo de Dios a ejercitarse en la sagrada pr&aacute;ctica de la misericordia, cada cual desde el lugar y la situaci&oacute;n que le est&aacute; tocando vivir. Que nadie se sienta excluido de esta responsabilidad. El llamado es para todos sin excepci&oacute;n. El ejercicio es una tarea de todos que hace mucho bien a los hermanos.</p>

<p>Por &uacute;ltimo, con san Juan Pablo II &ldquo;supliquemos por intercesi&oacute;n de Aquella que no cesa de proclamar &laquo;la misericordia de generaci&oacute;n en generaci&oacute;n&raquo;, y tambi&eacute;n de aquellos en quienes se han cumplido hasta el final las palabras del serm&oacute;n de la monta&ntilde;a: &laquo;Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzar&aacute;n misericordia&raquo;&rdquo;.</p>

<p>Que nuestra Se&ntilde;ora de La Altagracia, Madre de Misericordia, proteja al pueblo dominicano y le conduzca por los caminos de su Hijo, rostro misericordioso del Padre. Y que Dios Padre misericordioso nos conceda la gracia de soportarnos mutuamente, perdonarnos y de ser misericordiosos como nuestro Padre-Dios es misericordioso<em>&nbsp;&nbsp;</em>(cf. Lc 6, 36).</p>

<p>&iexcl;Dios les guarde y bendiga a todos!</p>

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