Ramón Enríque Torres no es un carajo a la vela. El llamado «Moncito» es uno de esos hombres que pone en alto el valor y la integridad de nuestra gente del campo. Los que cuidan los montes y ríos para que en los valles se pueda vivir.

La serranía le pertenece, no sólo por derecho como habitante de esta isla, sino como uno de aquellos que han nacido entre esas lomas y se han mantenido en ella haciéndolas parir riquezas sin forzarlas a morir.

Bajo su liderazgo se han impulsado decenas de proyectos de desarrollo en las comunidades de La Sidra, el Aguacate y la Leonor, como La Cooperativa Agroecológica y el Centro Ecoturístico El Catey. También fue de los líderes campesinos que responsablemente apoyó la creación del Parque Nacional Manolo Tavarez Justo.

Pero la defensa de su tierra ha tenido un costo: por sus posiciones firmes y coherentes siempre lo han tenido  en la mira, pero esta vez han ido más lejos al tratar de amedrentarlo con amenazas contra su persona.

Coordinadores de la Fundación Acción Verde conversaron con Moncito y  nos ha reiterado este mensaje «Lo que pasa es que desde hace mucho tiempo vengo planteando la problemática ambiental de la zona , que hay tres actividades que se están desarrollando y que tenemos que regular, pero las autoridades no actúan:  Controlar el corte indiscriminado de madera con los llamados planes de manejo -que no son más que planes de corta y el desorden-. También regular el desarrollo de la ganadería a gran escala en la cuenca, porque deforestan y utilizan el fuego para el pasto y por último controlar la producción de limón persa a gran escala porque igual están deforestando.

«Entonces sucede que personas que han adquirido poder económico se creen amos y dueños de todo y se ven afectados por ese discurso y me están amenazando, pero no me van atemorizar, no me he ido nunca de la zona, no me voy ni me hacen ir…» Ha dicho el líder campesino y  ambientalista.

Esta nota no es una denuncia, es una alerta, un llamado de atención para aquellos que se creen amos y señores de las montañas dominicanas: sus amenazas no lograrán doblegar la voluntad de quienes han consagrado su vida a defender el patrimonio natural de nuestra tierra.

Es una forma de recordarle a las autoridades competentes que «La sierra sigue ahí», que sin sus bosques paridores de agua los ríos y presas que alimentan la línea noroeste están condenados a desaparecer. Pero hay muchos negociantes, políticos y caciques sin control a los que parece no importarles.

A lo mejor los tomadores de decisión entienden ahora que por eso y para eso sabotearon la existencia del Área Protegida Manolo Tavarez Justo y que debe ser restituido cuanto antes.

La alerta está emitida, que conste en acta.

Nelson Bautista